La protesta POP - (Pemones, Oro y Política).
- SueltoSur
- 20 nov 2018
- 3 Min. de lectura

El Callao nos deja un sabor un tanto amargo, es la muestra de cómo la ambición y las promesas de un futuro mejor pueden tenderte una trampa tan entramada que se hace en extremo difícil salir de ella. De la fiebre del oro solo vemos rostros abatidos, cuerpos bañados en barro y arcilla, con el temple desgastado y la mirada perdida. El Callao sabe a oro, y ese oro sabe a miseria.
A la mañana siguiente nos alistamos y salimos sin demora, nuestros compañeros de departamento amablemente nos dejaron lista la masa para hacer nuestro desayuno, y nuestro anfitrión espera con una sonrisa ver al bólido salir del garaje.

Nos despedimos de El Callo con rumbo a la Gran Sabana, “hay muchísimo que ver sin necesidad de salirse del camino” es lo que nos dicen una y otra vez quienes saben de nuestra ruta. Así que la emoción nos arropa y aceleramos con la esperanza de ver esas maravillas más pronto que tarde.
De camino por la Troncal 10 no faltan los puestos de vigilancia de la Guardia Nacional y policías municipales, en una de estas paradas nos advierten que más adelante hay una tranca de los Pemones, no hay paso y según los guardias, iríamos a riesgo pues los indígenas parecen ser la ley del lugar, una ley muy severa a juzgar por lo que dicen los uniformados.

Decidimos arriesgarnos puesto que devolvernos no es una opción, avanzamos hasta llegar a una población llamada San Miguel de Betania, es un asentamiento de Pemones muy bien organizados, eran ellos quienes protagonizaban esta protesta que daba como resultado una cola kilométrica de autobuses, camiones y vehículos pequeños. ¿El motivo de esta protesta? las consecuencias de la “fiebre del oro”, productos y alimentos a precios de oro, transporte a precio de oro, el dorado metal poco a poco se apropia de todos los aspectos de la vida en un poblado que no es principalmente minero.
Fueron cinco los días que pasamos en compañía del asentamiento Pemón, cinco días bastaron para conocer la humildad y hospitalidad de sus lugareños, conocer sonrisas, saludos de buenos días, ofrecimientos de café o una arepita para desayunar, pero también cinco días de estancamiento, cinco días de llamadas de atención a las autoridades, autoridades que parecían atender el asunto a cuenta gotas. Sin la más mínima prisa o diligencia de dar por resuelto el asunto.
5 días de no poder mostrar siquiera las cámaras o equipos porque para los líderes del asentamiento esto solo podía significar que queríamos grabar lo peor del lugar, para mostrarlo vilmente y hacer quedar mal al gobierno central, el lenguaje político reinaba en sus haberes, nada más desconcertante que ver a un Pemón hablando de “Los Yankees” como si de su más natural enemigo se tratase.
El camino nos espera, tan cerca y a la vez tan lejos de la gran Sabana, cada día nos afecta más y nos hace cuestionarnos si realmente debemos seguir esperando o arriesgarnos a seguir adelante y ser emboscados en la siguiente tranca donde ya no serían pemones organizados los que den las ordenes, sino garimpeiros, jóvenes que siguen los designios de reyes de la delincuencia organizada que se hacen llamar sindicatos.
5 Días y decidimos intentarlo, ¿el resultado?… no pueden dejar de leerlo en el siguiente Post.
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